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Campaña comunicacional contra los docentes

campaña contra profesPor Jaime Retamal

“¿Qué hacemos con el stock de malos profesores?”

La pregunta es sencillamente brutal. La metáfora que encierra, y el léxico al que llama la palabra “stock”, son brutales.

Cuando ya habíamos escuchado que la educación era un bien de capital, un bien de consumo y un bien de inversión, es decir, cuando ya pensábamos que nuestros oídos no podían escuchar nada peor, vino un diputado de la nación, en medio de la discusión de estas semanas por la carrera docente que busca dignificar a los profesores de Chile, vino, digo, a darnos con un mazo en la cabeza, con una pregunta sólo en apariencia frívola y banal, pero que, en rigor, deja en evidencia la brutalidad con la que se está manejando la promesa de resignificar y dar un nuevo valor social a las profesoras y profesores de este país.

De no creerlo. Un experto en educación -de esos de alto impacto- ha llegado a decir en medio de esta discusión por la carrera docente, en una radio –también de alto impacto nacional- algo que francamente no abona en nada a favor ni de los profesores, ni de las familias, ni de la política pública que necesitamos para resignificar la labor pedagógica. Dijo así, que de acuerdo a “mi estadística, es que de unos 500 ó 600 profesores que he entrevistado los últimos años, sólo hay alrededor de unos 20 ó 30 que pueden dejar sus pertenencias en la sala de profesores… [el resto no] porque sus colegas, en la misma sala de profesores, les roban de su bolso ó de su mochila…” Ante tamaña afirmación, uno de los panelistas del programa radial agregó: “me parece dramático el último dato”, a lo que la periodista conductora, con una liviandad y frivolidad tremenda, remata la crucifixión pública contra los profesores, clavando un chiste totalmente despreciativo: “aquí en la radio, no ocurre eso, ah”.

Es así. La campaña comunicacional en contra del profesorado en nada ayuda a solucionar ningún problema. Además de flojos ¿ahora se están instalando la mitología de que los profesores son ladrones y pencas?

Nadie puede pretender que por arte de magia, de un día para otro, los líderes de gobierno, los funcionarios de organismos internacionales (que tan sólo ayer ocupaban sendos cargos en los MINEDUC de la Concertación), y los directivos de fundaciones y organizaciones educacionistas, digan al unísono, por arte de magia, que los profesores están atentando “en contra de los derechos de los niños”. Que salgan a golpear, en la opinión pública, a los profesores con un discurso de ese calibre, insisto, no contribuirá en nada a ver siquiera una luz, además de instalar un ambiente todavía más tóxico..

No podemos descalificar así, de esa manera, a nuestros profesores.

Ellos son un tesoro que debemos cuidar, formar, y robustecer. Si miramos quiénes son los que hablan así de mal contra ellos, son precisamente los que al identificarse con sus doctorados como expertos, ocultan su total ignorancia respecto a lo que realmente significa –y viene significando por décadas- ser profesor en una sala de clases de enseñanza básica o media en este país: la experiencia pedagógica deteriorada por condiciones laborales que antes que dignificar, pauperizan a las personas (hombres y mujeres de carne y hueso) que la ejercen, las más de las veces, con un espíritu misionero digno de nuestra más profunda admiración.

Esto no es un panegírico escrito a favor de los profesores. Ellos no necesitan una defensa ni una alabanza en vistas a su extraordinario trabajo cotidiano, híper mal valorado por los funcionarios, políticos y expertos de turno. Ellos necesitan, más que eso, un proyecto que de una vez por todas, los dignifique por lo que son y lo que hacen.

Ojalá no terminemos diciendo, como recién esta semana ha dicho parte importante de la opinión pública italiana por una reforma educacional tan neoliberal como nuestra que, finalmente, “questa non è una riforma, è una porcata”.