
Realizaron seminario sobre inclusión universitaria de estudiantes indígenas y afrodescendientes en U. de Santiago
Por Marco Fajardo
Un seminario sobre la “Inclusión universitaria de estudiantes indígenas y afrodescendientes” se realizó el pasado jueves 5 de noviembre en el Auditórium del Departamento de Matemática y Ciencia de la Computación en la Universidad de Santiago.
El evento contó con la participación el director del Departamento de Educación, Saúl Contreras, el coordinador general del programa de inclusión estudiantil PAIEP, Francisco Javier Gil, la directora Programa de Equidad e Inclusión de la Universidad de Chile, Maribel Mora Curriao, la académica Elisa Loncon, responsable del Proyecto DICYT “Interculturalidad y Diversidad en estudiantes de pueblos indígenas y afro descendientes de la USACH”, miembros del colectivo estudiantil MAPUSACH y otros asistentes.
El objetivo fue debatir respecto a la inclusión de los pueblos indígenas y afrodescendientes en la universidad; identificar estrategias y acciones de mediano y largo plazo en la universidad para el cultivo de la diversidad indígena y afrodescendientes en un contexto de diálogo intercultural con toda la población, así como definir las preguntas para hacer el registro de estudiantes indígenas y afrodescendientes en la Universidad de Santiago de Chile.
La actividad fue organizada por el Departamento de Educación y el Programa Responsabilidad Social Universitaria (RSU) de nuestra Casa de Estudios.
Sensibilización
La bienvenida a la treintena de participantes corrió por cuenta del director del Departamento de Educación, quien recordó que vivimos un “tiempo de cambios”.
“La reforma a la Educación Superior en Chile ha establecido como un eje importante la inclusión social de diversos sectores de la población”, señaló Contreras. “El tema implica definir qué se va a entender por inclusión, y qué rol jugará la diversidad cultural en la política de inclusión, considerando que las y los estudiantes pertenecientes a otros pueblos son portadores de culturas, lenguas distintas a la oficial y de experiencias importantes en materia de mantención y cultivo de la diversidad”.
El académico destacó que la U. de Santiago se ha propuesto como primer paso identificar, analizar y conocer los datos estadísticos de la población indígena y afrodescendiente, pero también saber quiénes son las y los estudiantes, en qué carrera se encuentran y qué necesidades tienen, para iniciar un programa de inclusión.
“También consideramos importante, por un lado, sensibilizar a la comunidad universitaria respecto a los derechos de los sectores que tradicionalmente han permanecido al margen de la educación superior y, por otro, contar con programas que valoren la diversidad como un recurso necesario para nuestra formación, más cuando una tarea importante para nuestra Universidad y para el Departamento de Educación es la formación de profesores”, señaló.
Por su parte, Gil destacó que, en la experiencia del programa que dirige y a diferencia de lo que muchos pueden creer, los estudiantes de origen indígena o afrodescendiente muestran igual rendimiento académico al resto de los alumnos.
Para el académico estos prejuicios sólo “hacen un daño enorme. Nadie es feliz con este paradigma, ni los que son excluidos ni los que excluyen, porque estos se pierden la posibilidad de conversar con personas de otras culturas y aprender de su diversidad”.
Derechos
Loncon se refirió, entre otros, a los derechos de los pueblos originarios y afrodescendientes, como ejercer su lengua, cultura y vinculación, así como a aquellos establecidos en el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ratificado por Chile.
También recordó que los pueblos indígenas son los más pobres entre los pobres, según lo confirman diversas estadísticas, y que se deben entre otros a la problemática de la tenencia de tierras y la “brecha educativa”.
En cuanto a la inclusión en las universidades, Loncon constata que efectivamente existen políticas de acompañamiento, aunque de forma insuficiente, como lo prueba la existencia en otros países como México de universidades interculturales, creadas según las necesidades de los pueblos originarios.
“Si la comunidad indígena necesita profesores para enseñar la lengua, (esta universidad intercultural) forma profesores. Si necesitan salud, trabajan ese tema”, ejemplificó. Recordó que según las normas internacionales “los pueblos indígenas tienen derecho a proyectar un sistema educativo como requieran. Es su derecho. No es que los favorezcan por ser indígenas”.
En cuanto a la problemática en la propia universidad, aludió a la ausencia de datos sobre el número y origen de estudiantes indígenas o afrodescendientes. “Necesitamos recoger ese dato porque así podemos hacer un programa”, indicó. “Necesitamos saber en qué carreras están, cuáles son sus inclinaciones”.
Añadió que a esto se suma la necesidad de que las universidades no sólo faciliten el acceso de estudiantes indígenas, sino que además “se hagan cargo de su riqueza cultural”.
“Serviría mucho que (la universidad) recoja la manera en que construyen conocimiento los pueblos indígenas para orientar las carreras de medicina, arquitectura, ingeniería, porque (los indígenas) tienen una forma de ver la sociedad, el mundo, el espacio, el tiempo, la salud. Y esas maneras –contenidas en una cultura y una práctica- son riquezas para el trabajo académico”, que debiera ser producto de un “diálogo entre saberes”.
“La universidad no solamente puede enseñar la ciencia positivista, sino debe dar espacio a la diversidad sistémica donde hay otra manera de generar conocimiento de culturas, no sólo indígenas, sino también de las cultura afro o china. De repente hemos pecado de entender que el conocimiento tiene que ser una síntesis del desarrollo del razonamiento de una manera muy restringida”, explicó.
Loncon concluyó que en el marco de la reforma educativa hay que preguntarse qué tipo de universidad queremos, ya que hasta ahora para los pueblos originarios ésta “ha sido colonizante, hegemónica, reproductora de la cultura del poder”, en vez de contener “pluralismo sistémico, (que) valide la pluralidad de lenguas y saberes”. “Es un debate que no se está haciendo y que los estudiantes podrían comenzar”, dijo.
Identidades
Por su parte, Mora invitó a tener una mirada más allá de lo académico en relación a los pueblos originarios, y señaló que es clave que el sujeto que entra a la universidad, sin importar su origen, tiene derecho a un desarrollo integral que incluya su identidad o identidades.
“Hasta ahora uno ingresa a la universidad para hacerse otro, establecido según los reglamentos, por currículum, por programa”, de forma de finalmente hacerse “indistinguible” de los demás. “Ese discurso, desde el punto de vista del desarrollo de las identidades, me parece un peligro”, advirtió.
“Lo que la universidad debiera ofrecer es que yo, siendo quien soy, no sólo pueda acceder a la formación universitaria que me están entregando, sino también aportar al desarrollo de esta universidad, al desarrollo del conocimiento y del desarrollo de la profesión que he elegido estudiar”, posibilidades aún escasas en las universidades actualmente, señaló.
Agregó que además no sólo se trata de formar profesionales indígenas, sino también posibilitar que estos se inserten, considerando su identidad y cultura.
Mora también destacó que mientras mayor diversidad hay en los estudiantes, mayor es el aporte al conocimiento, tal como señalan estudios del geógrafo y economista japonés Masahisa Fujita.
La académica mencionó que en la U. de Chile se sabe que un 6% de los estudiantes del ingreso 2015 son de origen indígena, gracias a una pregunta incorporada el año pasado en los cuestionarios institucionales.
“Ojalá el porcentaje nacional de la población indígena se viera reflejado en las universidades”, señaló, para agregar que ello explica la necesidad de cuotas, “porque queremos representación” y también como medida de reparatoria, tras varias décadas de exclusión de la educación superior.
Mapusach
En la ocasión también intervinieron Cristina Paillal y Lientur Raiman. Paillal, estudiante de Ingeniería de origen mapuche, contó su experiencia personal de cómo, al ingresar a la universidad, no halló un espacio que acogiera a los estudiantes mapuches.
Descendiente de mapuches por ambos lados, contó que tomó real conciencia de su condición indígena en 2011, cuando leyó una noticia sobre un niño en el sur que había sido baleado cuando arreaba animales en un fundo. Esto la impactó porque era una práctica que ella misma había realizado al pasar veranos en la casa de su familia en la zona. Comenzó a partir de entonces un proceso de mayor profundización sobre su cultura.
En aquella época, gracias a las redes sociales, conoció a Raiman, quien la invitó a conformar el colectivo Mapusach. Una de las motivaciones fue pensando “en los niños, que en el futuro, cuando tomen conciencia, no pueden estar solos, porque es importante compartir ciertas vivencias, compartir las palabras, compartir las historias”.
“Así comenzó Mapusach, hablando sobre la familia. No partimos diciendo estudio tal cosa, y me ha ido así o asá en la vida. Y es lindo así, porque así sabemos de la familia del otro, de la historia del otro, de cómo sus padres se tuvieron que venir a Santiago, nos acompañamos”, relató.
El colectivo ha sido “muy sanador, comenzamos a sanar las penas de nuestras familias, es una tarea muy importante”. Agregó pidiendo que ojalá se integraran estudiantes de otros pueblos originarios, porque les interesa aprender “de la identidad aymara, de la identidad rapa nui”.
La estudiante relató luego las actividades que han realizado, entre otros colocar carteles en mapudungun con los nombres de distintos espacios como “baño” y “biblioteca”, etc. A esto se suman la celebración del Año Nuevo Mapuche (We Tripantu), clases de mapudungun y partidos de palín. Aspiran un día de izar la bandera mapuche en la universidad.
Uno de los desafíos de Mapusach, admitió Paillal, es que se proyecte una vez que sus fundadores egresen.
El seminario concluyó con un debate abierto sobre la formulación de preguntas para el futuro registro de estudiantes de origen indígena o afrodescendiente.