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Nueva conmemoración del Día del Profesor Normalista

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Por Marco Fajardo

Una nueva conmemoración por el Día del Profesor Normalista se realizó el pasado 26 de agosto.

Ese día, en 1920, se dictó la Ley de Instrucción Primaria Oligatoria, que determinó que los niños de 7 a 13 años debían ir a la escuela un mínimo de cuatro años. En 1966, la obligatoriedad se aumentó a ocho años.

La primera Escuela Normal de Preceptores data de 1842, bajo el gobierno del presidente Manuel Bulnes. Su primer director fue el argentino Domingo Faustino Sarmiento. Su objetivo era formar profesores para el país.

Durante los años siguientes se crearon escuelas normales en todo Chile, hasta que en los años 60 la pedagogía comenzó a enseñarse paralelamente en las universidades. En 1974, durante la dictadura, estas entidades fueron suprimidas con un decreto que señaló que la formación de profesores sería exclusivamente en las universidades.

Aportes

Para el académico Daniel Ríos, miembro del Departamento de Educación, la escuela normalista “fue una etapa importante desde el punto de vista del aporte que se hizo en el marco de la formación de profesores para el sistema chileno, que necesitaba profesores dada la democratización creciente que tenía la escuela básica en el contexto histórico, social y político de la época”.

“Cumplió con un papel que no sólo tiene que ver con lo educativo, lo formativo, sino con una política que permitía a los estudiantes adquirir conocimientos sobre aspectos culturales de la sociedad”, agrega.

“Sobre todo en sectores de ruralidad y vulnerabilidad, fue súper importante la formación de los normalistas. Cumplieron un rol histórico en un país que estaba intentando crecer y desarrollarse, en un contexto de masificación educativa y mayor participación política, social y cultural”, añade.

Aporte a la reforma

En cuanto a qué puede aportar esta escuela en el contexto actual de la reforma educativa, Ríos rescata por un lado “su vocación pedagógica”, con un trabajo por ejemplo en sectores vulnerables que los profesores iniciaban desde muy jóvenes.

Por otro lado, el académico destaca que el normalismo, a diferencia de la educación superior actual, daba más importancia a la práctica. “En el fondo, la problematización que se hacía en ese momento de la educación formal en el ámbito escolar era desde la práctica propiamente tal”.

“Hay que entender que esta es una profesión que debe tener más formación práctica que la que tenemos. Hay una excesiva teorización en la formación inicial docente, muchas teorías, muchos enfoques, muchos planteamientos conceptuales, interesantes en disciplinas vinculadas al fenómeno educativo y pedagógico, pero en el fondo muchas veces esa formación inicial docente se queda en los aspectos teóricos. Una de las críticas que tienen los estudiantes egresados, no sólo nuestros, es que la formación inicial docente es muy teórica, y que faltan más elementos de la práctica”, señala.

Opinión normalista

Héctor Carlos Morales, profesor normalista, recuerda en el normalismo “la pedagogía definida como un arte, una ciencia, una técnica, una sumatoria con parte de todas las anteriores; con clara filosofía; transversalizada por la axiología, la psicología y todas las fuentes del conocimiento”.

Este tipo de docente era considerado en su tiempo como dueño de “una formación rica en valores, conocimientos, actitudes sociales y fundamentalmente compromiso educativo”, indica.

“La enseñanza normalista estaba orientada fundamentalmente a formar ‘educadores’ que replicaran su acervo en los educandos”, afirma. “El profesor normalista era ‘espejo de sus alumnos’, guía de la sociedad, formador desde las primeras letras hasta 8° año básico”.

 “Los profesores normalistas siempre perseguíamos hacer a nuestros alumnos personas reflexivas, auténticas, solidarias, empáticas, aparte de los procesos rutinarios de instrucción y adquisición de conocimientos para su aplicación en actividades de la vida diaria”, concluye.