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Especialista de la U. de Arizona imparte taller a alumnos de Magíster en Educación y culmina visita en Chile

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Por Camila Vásquez

Con el taller “Fondos de conocimiento: Premisas y Metodología, creando poblaciones con historias y cultura en y desde la educación”, dirigido a los alumnos del Magíster en Educación, el profesor Carlos Vélez-Ibáñez, doctor en antropología y experto en inmigración, finalizó las actividades académicas de su primera visita a Chile.

Tal como en años anteriores y en el marco de la visita de académicos expertos en determinadas temáticas, el Magíster el Educación organizó una charla que apuntó a reflexionar sobre las prácticas pedagógicas, ya que es “importante incluir temáticas para una formación mucho más amplia y no tan solo centradas en el plan de estudio”, destacó el profesor Daniel Ríos, director del Programa. 

Para el director del Magíster, la presencia del doctor Carlos Vélez-Ibáñez toma importancia, sobre todo para aquellos estudiantes que enfrentarán durante el segundo semestre de este año, el desarrollo de sus propuestas de innovación, ya que es imprescindible considerar diversos aspectos.    

Ampliar el concepto de aprendizaje

La profesora Sylvia Contreras, miembro del Departamento de Educación y gestora de la visita del académico proveniente de la Universidad Estatal de Arizona, en el marco del Fondecyt n° 11150362 que dirige, destacó que el objetivo del encuentro se basa en darle un giro a lo que se entiende por aprendizaje.

“El objetivo de esta propuesta es vincular la educación formal e informal, en cuanto al rescate de saberes y conocimientos presentes en diversos contextos, y que las escuelas y la educación formal muchas veces no legitiman, en pro de seguir aprendizajes pertinentes. Es darle un giro a cómo estamos viendo estas continuidades y discontinuidades en las familias y escuelas, entre saberes escolares y cotidianos o populares, con el objetivo de ampliar el concepto de aprendizaje como una responsabilidad ética y política”, aseguró la profesora Contreras.

A su vez, destacó la importancia de crear propuestas de innovación que escapen a la estructura normada y pensada desde los docentes, sino que también incorporar contextos intraescolares, para hacer propuestas mucho más significativas en la reflexión de la práctica pedagógica.

Fondos de conocimiento

Para el profesor Vélez-Ibáñez los docentes pueden detectar los “fondos de conocimiento” de las familias y los “fondos de identidad” de sus alumnos y alumnas para establecer puentes de conexión entre la vida de los estudiantes y la instrucción escolar.

“La ausencia de reconocimiento o falso reconocimiento que pueden experimentar los alumnos por parte de los demás, así como por sí mismos, deforma y moldea la concepción que desarrollan de sí mismos, así como el sentido de la institución escolar”, asegura.

En este sentido, plantea que la motivación o sentido no son responsabilidades del individuo, sino resultado de las redes institucionales de relación e interacción. “Si se diseña una actividad significativa para el alumno es más fácil que muestre motivación e implicación, al estar vinculado con su interés: para él tendrá sentido y, consecuentemente, será susceptible de poder darle también significado”, indica.

Por eso, una de las misivas más relevantes que se desprende de la aproximación de los “Fondos de Conocimiento” es considerar, reconocer y valorar los agentes y recursos familiares y comunitarios, a menudo invisibles en la cultura escolar. “Se trata de recursos educativos que aprovechados permiten mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje fomentando, por ejemplo, unas óptimas relaciones familia-escuela”, dice.

Los fondos de conocimiento e identidad no son limitaciones, impedimentos o aspectos superfluos en cualquier actividad educativa, sino que son los recursos que una persona dispone y que configuran su modo de ver e interpretar el mundo.

Por lo tanto, los fondos de identidad que los alumnos traen a la escuela son relevantes, desde el punto de vista educativo, ya que su reconocimiento permite dos cosas. En primer lugar, crear las condiciones psicológicas y emocionales óptimas para facilitar la motivación e implicación del alumno en la tarea escolar. En segundo lugar, favorecer procesos de contextualización y aprendizaje significativo.

“Se trata de reconocer y validar los marcos de sentido y referencia de los alumnos y sus familias para, a partir de aquí, extender, sostener y vincular los contenidos y aprendizajes escolares”, apunta.